Posted by: José Vera
Lanzamiento del disco Haruki
Las leyes insaciables y despiadadas del mercado nos empujan a una eterna
búsqueda de novedades. Llenamos nuestros blogs, publicaciones y redes sociales
de genios y revoluciones sónicas de forma constante, antes de que nos hayamos
siquiera aprendido los nombre de los de la semana pasada. A punto ya de olvidar lo
que es asimilar y gozar plenamente de un sonido o un estilo, necesitamos discos
como “Haruki” de Jose Vera más que nunca, para que nuestro taquicárdico pulso
vuelva a su ritmo natural.
Atemporal. Esa es la palabra que viene a la mente, al pensar en “Haruki” y verlo tan
alejado de estos locos tiempos. Pero es un adjetivo que a menudo lo otorgamos a
discos dedicados a reproducir milimétricamente sonidos y estéticas concretas sin
hacer ninguna aportación, para tratar de insuflarles cierto valor y legitimidad que
realmente no merecen. La clave está en el disfrute. El jazz es una herramienta y un
campo abierto para jugar y gozar en un momento eterno. Ayer, hoy y siempre. Esa
es la sensación que produce la música de JVERA. El más puro goce.
Jose Vera (contrabajo) y los músicos que forman su cuarteto básico durante toda
la grabación; Jacob Sureda (Piano & Rhodes), Ariel Bringuez (Saxo tenor,
soprano y voz), Andres Litwin (batería y percusión) conocen muy bien su
lenguaje. Lo han labrado con cariño y esmero durante años. No pueden negar que
aman la elegancia de los discos que grabaron maestros como Herbie Hancock,
Wayne Shorter o Eric Doplhy en la era dorada de Blue Note, ni la luz de la Bossa
Nova inventada por Jobim y Vinicius de Moraes. De esa guisa han vestido estas 6
composiciones propias y 4 versiones que han grabado en Junio de 2018 en el
estudio Dr No. Han matizado con finura los detalles de cada tema gracias a las
aportaciones en cada caso de los sintetizadores de Josué Santos, la trompeta de
Raynald Colom o los arreglos de cuerda de Miguel Ángel Collado. Y sobre ello, las
voces de Mónica Benito y Ángela Cervantes dan una personalidad innegable
haciendo destacar a esas dos pequeñas perlas llamadas “Cançao de Satina” y
“Bamako”. Pero, cuidado, más, mucho más allá de una simple demostración de
conocimientos y destreza técnica rígida, roma y “atemporal”, este disco es una
suculenta y gozosa pieza de jazz hecha ahora que debe ser saboreada ahora.
La clave está en el disfrute.